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miércoles, 28 de diciembre de 2011

El destino argentino. El liberacionismo argentino.

Salida revolucionaria para el eterno subdesarrollo.
Xenofobia socialista.
Recuperar el derecho a tener orgullo nacional.
Recuperar (o crear) el sentido de comunidad nacional.
El verdadero argentino triunfa o muere.
La lucha por la soberanía es la lucha por el socialismo y viceversa.

Si vamos al supermercado le damos plata a los extranjeros. Si compramos un medicamento le damos plata a un extranjero. Si compramos un auto le damos plata a los extranjeros. Les damos nuestro dinero, nuestro trabajo y nuestro territorio. Y supuestamente esto es no solo tolerable, sino que deseable. Somos solo una colonia de las empresas multinacionales. No somos un pueblo fuerte y libre. Por esa razón entra cualquiera y hace cualquier cosa. Hay que ser realista: no somos un país respetado.

La democracia representativa es un fraude.
Existen 3 opciones para quienes se dieron cuenta de la naturaleza fraudulenta y decadente de nuestro sistema de gobierno:
La primera es ser espectadores
La segunda es ser cómplices
La tercera es ser revolucionarios
Si elegimos ser revolucionarios enfrentamos un dilema. El revolucionario, al ver la realidad de manera mas completa, se separa de la masa del pueblo(que ve la realidad superficialmente). Al producirse esa separacion el revolucionario se encuentra solo. La separación puede volverse cada vez mas grande, mas profunda o ambas. Hay incontables casos de personas comunes que se volvieron revolucionarios "antes de tiempo" y ante el dilema de actuar solos o no actuar sucumbieron haciendo lo primero.

En nuestro país los gobernantes fueron casi siempre pragmáticos. desde el directorio de Posadas que retaceaba ayuda a San martín, pasando por Rosas, Peron, los radicales, etc.
Los que mas "revolucionariamente" actuaron fueron los liberales, que obtuvieron su victoria militarmente y a partir de ahi implementaron cambios revolucionarios en la Argentina. Sus politicas nos pueden resultar antipaticas o totalmente repudiables en muchos casos, pero tenemos que reconocer que significaron cambios tantos cuantitativos y cualitativos en nuestro pais.

El sistema capitalista es anti-nacional en esencia poniendo el interés individual sobre el interés nacional
Hay que poner freno al flujo de capitales internacional. Regulación total.

Hay que pasar de una mentalidad de resistencia a una de ofensiva. La mentalidad de resistencia agota y es mas plausible de cooptar.

El anti-semitismo no es suficiente. La clase de los parásitos es multietnica y no solo se encuentra en el tope de la pirámide social, sino también en los estamentos mas bajos. Hay explotadores que no manejan gran cantidad de capital que sin embargo SON EXPLOTADORES.

Nuestra lucha es de clases, pero también tiene un componente étnico innegable y no se puede completar sin ir por la liberación nacional
Esta ideología es la del LIBERACIONISMO ARGENTINO. Significa la lucha por la liberación de nuestros paisanos de la explotación y por la liberación del planeta entero de los parásitos que lo están destruyendo y oprimiendo a los pueblos.

jueves, 8 de diciembre de 2011

La red capitalista que controla el mundo


New Scientist

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.Las 1.318 corporaciones transnacionales que forman el núcleo de la economía. Compañías superconectadas están en rojo, compañías muy conectadas en amarillo. El tamaño del punto representa el ingreso. ((Imagen: PLoS One)
Mientras las protestas contra el poder financiero se extienden por el mundo esta semana, la ciencia parece haber confirmado los peores temores de los manifestantes. Un análisis de las relaciones entre 43.000 corporaciones transnacionales ha identificado el grupo relativamente pequeño de compañías, en su mayoría bancos, con un poder desproporcionado sobre la economía global.
Las hipótesis del estudio han atraído algunas críticas, pero analistas de sistemas complejos contactados por New Scientist dicen que es un esfuerzo singular por desenmarañar el control sobre la economía global. Si se llevara más lejos el análisis, dicen, sería posible identificar maneras de lograr que el capitalismo global sea más estable.
La idea de que unos pocos banqueros controlen un gran trozo de la economía global podrá parecer algo nuevo para el movimiento Ocupad Wall Street de Nueva York y los manifestantes en otros sitios. Pero el estudio, hecho por un trío de teóricos de sistemas complejos en el Instituto Federal de Tecnología suizo en Zúrich, es el primero que va más allá de la ideología para identificar empíricamente una semejante red de poder. Combina la matemática utilizada desde hace tiempo para modelar sistemas naturales con datos corporativos exhaustivos para catalogar la propiedad entre las corporaciones transnacionales del mundo (TNCs, por sus siglas en inglés).
“La realidad es muy compleja, debemos separarnos del dogma, sean teorías de la conspiración o libre mercado”, dice James Glattfelder. “Nuestro análisis se basa en la realidad”.
Estudios anteriores han establecido que unas pocas TNCs poseen grandes segmentos de la economía global, pero incluían solo una cantidad limitada de compañías y omitían propiedades indirectas, por lo cual no podían decir de qué manera esto afecta a la economía global, si la hace más o menos estable, por ejemplo.
El equipo de Zúrich puede hacerlo. De Orbis, 2007, una base de datos que enumera 37 millones de compañías e inversionistas de todo el mundo, extrajo todas las 43.060 TNCs y las propiedades de acciones que las vinculan. Luego construyó un modelo de qué compañías controlaban a otras mediante redes de propiedad de acciones, combinado con los ingresos operativos de cada compañía, para representar la estructura del poder económico.
El trabajo, que será publicado en PLoS One, reveló un núcleo de 1.318 compañías con propiedades entrelazadas (vea imagen). Cada una de las 1.318 tenía vínculos con dos o más compañías diferentes, y en promedio estaban conectadas con 20. Lo que es más, aunque representaban un 20% de los ingresos operativos globales, las 1.318 parecían ser dueñas colectivamente a través de sus acciones de la mayoría de las grandes firmas más rentables y manufactureras del mundo –la economía “real”– que representa otro 60% de los ingresos globales.
Cuando el equipo desenmarañó aun más la red de propiedad, descubrió que gran parte provenía de una “súper-entidad” de 147 compañías aún más estrechamente entrelazadas –toda su propiedad en manos de otros miembros de la super-entidad- que controlan un 40% de la riqueza total de la red. “En efecto, menos de 1% de las compañías era capaz de controlar un 40% de toda la red”, dice Glattfelder. En su mayoría eran instituciones financieras. Las 20 superiores incluyen a Barclays Bank, JPMorgan Chase & Co, y The Goldman Sachs Group.
John Driffill de la Universidad de Londres, experto en macroeconomía, dice que el valor del análisis no consiste solo en ver si un pequeño grupo de personas controla la economía global, sino más bien su perspectiva sobre la estabilidad económica.
La concentración del poder no es buena o mala en sí, dice el equipo de Zúrich, pero las estrechas interconexiones del núcleo podrían serlo. Como el mundo vio en 2008, tales redes son inestables. “Si una [compañía] sufre problemas”, dice Glattfelder, “eso se propaga”.
“Es desconcertante ver hasta qué punto las cosas están conectadas”, aprueba George Sugihara de la Scripps Institution of Oceanography en La Jolla, California, experto en sistemas complejos que ha asesorado al Deutsche Bank.
Yaneer Bar-Yam, jefe del New England Complex Systems Institute (NECSI), advierte de que el análisis asume que la propiedad equivale a control, lo que no es siempre cierto. Muchas de las acciones de las compañías están en manos de administradores de fondos que pueden o no controlar lo que hacen en realidad las compañías que poseen parcialmente. El impacto de esto en la conducta del sistema, dice, requiere más análisis.
Crucialmente, al identificar la arquitectura del poder económico global, los analistas podrían ayudar a hacerlo más estable. Al descubrir los aspectos vulnerables del sistema, los economistas pueden sugerir medidas para evitar que futuros colapsos se propaguen por toda la economía. Glattfelder dice que podríamos necesitar reglas anti-trust globales, que ahora existen solo a nivel nacional, para limitar la sobre-conexión entre TNCs. Sugihara dice que el análisis sugiere una posible solución: las firmas podrían ser gravadas por excesivas interconectividad para disminuir ese riesgo.
Una cosa no es compatible con algunas de las afirmaciones de los manifestantes: es poco probable que la super-entidad sea el resultado intencional de una conspiración para gobernar el mundo. “Semejantes estructuras son de naturaleza común”, dice Sugihara.
Los recién llegados a cualquier red se conectan preferencialmente a miembros altamente conectados. Las TNCs compran acciones las unas de las otras por motivos empresariales, no por dominar el mundo. Si la capacidad de ser conectado aglomera, lo mismo sucede con la riqueza, dice Dan Braha de NECSI: en modelos similares, el dinero fluye hacia los miembros con mayores conexiones. El estudio de Zúrich, dice Sugihara, “constituye una fuerte evidencia de que las reglas simples que rigen a las TNCs conducen espontáneamente a grupos altamente conectados”. O como dice Braha: “la afirmación de Ocupad Wall Street de que 1% de la gente tiene la mayor parte de la riqueza refleja una fase lógica de la auto-organización de la economía”.
Por lo tanto, es posible que la super-entidad no sea el resultado de una conspiración. La verdadera pregunta, dice el equipo de Zúrich, es si puede ejercer un poder político concertado. Driffil piensa que 147 son demasiados para sustentar una colusión. Braha sospecha que competirán en el mercado pero actuarán juntas por intereses comunes. La resistencia a cambios a la estructura de la red puede ser un semejante interés común.
Las máximas 50 de las 147 compañías súper-conectadas:
1. Barclays plc
2. Capital Group Companies Inc
3. FMR Corporation
4. AXA
5. State Street Corporation
6. JP Morgan Chase & Co
7. Legal & General Group plc
8. Vanguard Group Inc
9. UBS AG
10. Merrill Lynch & Co Inc
11. Wellington Management Co LLP
12. Deutsche Bank AG
13. Franklin Resources Inc
14. Credit Suisse Group
15. Walton Enterprises LLC
16. Bank of New York Mellon Corp
17. Natixis
18. Goldman Sachs Group Inc
19. T Rowe Price Group Inc
20. Legg Mason Inc
21. Morgan Stanley
22. Mitsubishi UFJ Financial Group Inc
23. Northern Trust Corporation
24. Société Générale
25. Bank of America Corporation
26. Lloyds TSB Group plc
27. Invesco plc
28. Allianz SE 29. TIAA
30. Old Mutual Public Limited Company
31. Aviva plc
32. Schroders plc
33. Dodge & Cox
34. Lehman Brothers Holdings Inc*
35. Sun Life Financial Inc
36. Standard Life plc
37. CNCE
38. Nomura Holdings Inc
39. The Depository Trust Company
40. Massachusetts Mutual Life Insurance
41. ING Groep NV
42. Brandes Investment Partners LP
43. Unicredito Italiano SPA
44. Deposit Insurance Corporation of Japan
45. Vereniging Aegon
46. BNP Paribas
47. Affiliated Managers Group Inc
48. Resona Holdings Inc
49. Capital Group International Inc
50. China Petrochemical Group Company
* Lehman todavía existía en la base de datos de 2007 utilizada.

Diego Pares

martes, 6 de diciembre de 2011

Del kirchnerismo al chavismo, y viceversa

 Por Modesto Emilio Guerrero (*). Especial para AIM. Entre la presidenta Cristina Fernández y su amigo y homólogo Hugo Chávez existían tantas distancias ideológicas como acercamientos geopolíticos, sin que ambos planos de la relación tengan carácter absoluto.
Hugo Chávez y Cristina Fernández, en un impasse en la cumbre diplomática y geopolítica. Foto: Clarin
Chávez hará gala de su discursiva socialista adoptada a comienzos de 2005 y Cristina podrá mirar por segunda vez, desde su olimpo propio, peronista, la pletórica simbología de izquierda que decora las instituciones del Estado venezolano. A pesar de que este Estado, 12 años después, no sea muy distinto del argentino, excepto por el acumulado histórico de recursos y capacidades reproductivas del capital.
Venezuela fue y sigue siendo hasta el sol de hoy, un Estado nación sobre un chorro de petróleo. Esta diferencia con la formación económica argentina desde finales del siglo XIX, no es superada por la muy reciente producción venezolana de celulares, laptos y algunos rubros alimenticios.
La historia no perdona los retrasos. Al atrofio histórico de la burguesía venezolana se ha sumado el actual, con nuevo estilo, pero esencialmente igual en su lógica de funcionamiento. La nueva burocracia retrasa tanto como la clase desplazada, el desarrollo de una una economía no capitalista.
Aunque la agenda dominante de esta cumbre es diplomática y geopolítica, entre ambos mandatarios regirá otra, determinada por necesidades económicas mutuas. El intercambio de alimentos por combustibles, por ejemplo, responde a sendas urgencias en ambos espacios nacionales, así como la participación de capitalistas argentinos –y algunos que no lo son– en el plan venezolano de construir dos millones de viviendas en un lustro.
Esta visita de Cristina a Venezuela se cimenta en ocho años de relaciones particulares que modificaron el vínculo histórico entre ambos países.
Buenos Aires pasó a ser el segundo destino geopolítico más visitado por Chávez. El comercio se multiplicó en términos exponenciales al pasar de 149 millones en 2002 a casi 1.700 millones en julio de 2011, más de diez veces en menos de diez años. Más de 120 Acuerdos, Protocolos, Convenios y Tratados rubrican esta avanzada comercial, algo solo sobrepasado por Brasil, Cuba e Irán.
Venezuela, a su vez, pasó a ser prestataria financiera y proveedora privilegiada de combustibles de Argentina. En esta marea de negocios no ha faltado la grosera cuota de provechos y canongías que enriquecieron en brevísimo tiempo a empresarios, funcionarios y parásitos comerciales, de lado y lado.
Los planos de la economía y la política tienden a aproximarse y borrar algunas fronteras ideológicas que hasta 2007 mediaban entre Caracas y Buenos Aires. El chavismo y el kirchnerismo se fueron aproximando de tal modo que en muchas áreas se han ido mimetizando.
En ese movimiento simbiótico emergente, el chavismo gubernamental es el que más se desplaza desde la izquierda al centro, como lo demuestra la actual política exterior e interior de Venezuela. Un buen indicador de ello es la declaración del presidente venezolano prometiéndole al Presidente de Colombia que reprimirá por igual a luchadores que a narcotraficantes y paracos de la hermana república.
Esta promesa diplomática desprecia dos “pequeños” hechos: Ese es el presidente de las 7 bases militares de EEUU, cuyo objetivo, después de las Farc y el ELN, serán la Orinoquia y la Amazonía, o sea Venezuela. El otro dato es igualmente estremecedor: 345 alcaldías y municipios de Colombia están en manos de los narco-paramilitares.
Correspondiente con eso, el gobierno bolivariano está más concentrado en Unasur que en el Alba, en el comercio y las inversiones que en el proyecto revolucionario bolivariano, en preservar equilibrios con regímenes oprobiosos como los de Santos y Lobo, que en promover el anti imperialismo.
Como era inevitable, las relaciones de Estado terminaron imponiéndose al proyecto de socialismo del siglo XXI auspiciado desde enero de 2005 por Hugo Chávez.
Más abajo de la marquesina americanista que dominará la fundación de la Celac, una realidad profunda marcha inexorable en su sus entrañas. Se expresa como una nueva situación tensional entre fuerzas sociales que reclaman o defiendes sus derechos, como en el Tipni, los liceos ecuatorianos, las minas peruanas, las calles santiaguinas, las universidades colombianas y las fábricas y barrios venezolanos, y proyectos geopolíticos que siguen siendo opuestos, a pesar de la convergencia actual. La multipolaridad no es una estrategia de Santos o Piñera, y si lo fuera no sería al servicio de mismo objetivo que para Evo Morales o Chávez.
La Celac los contiene a todos como si fueran similares, como si las bases yanquis en Colombia tuvieran el mismo rango que el Inti argentino en los campos de Barinas, o el MST de Brasil y su ejemplo. Eso es suficiente para relativizar hasta lo difuso el valor de un organismo hemisférico que nace con el mérito de no tener imperios adentro.
Allí radica la contradicción de la Celac, como lo es para Unasur. Más aún porque han decidido que funcione por consenso, el mismo mecanismo que le sirvió a Uribe en Bariloche para legitimar la instalación de bases militares de EEUU.
La nueva dinámica de la diplomacia latinoamericana estará determinada por esta contradicción latente y viviente. Eso no le depara muchos augurios a la Celac, sobre todo si ocurriera lo que indica el Canciller argentino, Héctor Timerman: la Celac no será para reemplazar a la OEA (Tiempo, 1º de diciembre 2011). Esta será la tendencia. Se acentuará si gobiernos como el de Venezuela continúan girando al centro político del continente y aplicando programas neodesarrollistas y extractivos.
El curso de este nuevo contexto condicionará las relaciones de sus miembros, especialmente la del chavismo y el kirchnerismo, los dos regímenes que más se aproximaron entre las costa Caribe y el Río de la Plata.
Modesto Emilio  Guerrero (*) es analista internacional. Periodista y escritor venezolano.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Entrevista Roland Dénis, el “niño terrible” del chavismo

Roland Dénis, egresado en Filosofía de la UCV Caracas, ex Vice ministro de Planificación y Desarrollo de Hugo Chávez, figura pública del Movimiento 13 de Abril y NuestraAmérica, en realidad se ha convertido en estos doce años de chavismo, en una de sus figuras más irreverente. Originario de una familia burguesa rompió con su clase desde la adolescencia para dedicarse a la militancia revolucionaria. Autor de Los fabricantes de la rebelión  (2001) y otro libro que vino a presentar esta semana en Buenos Aires: Las tres repúblicas. Retrato de una transición desde otra política. El escozor que suele provocar en la burocracia chavista es inversamente proporcional a la imagen de rebelde irreductible de la revolución bolivariana, portador de otra opción teórica y política al tipo de régimen existente. No es el único, por suerte, es el más reconocido. Su rol en Venezuela invoca al personaje controversial descripto por Thomás Jefferson, quien acuñó el término en 1791: “L´enfant térrible”. 
Venezuela ingresó a la prueba electoral más peligrosa para el chavismo. En octubre se elige presidente, en diciembre gobernadores y unos meses más tarde alcaldes y municipiales. ¿Qué puede pasar? 
RD. Bueno, creo que va a girar alrededor de la figura de Chávez, y que él va a ganar sin ninguna duda otra vez, todo indica esa perspectiva. Anda en las encuestas por el 58%. Pero la situación no es fácil para el chavismo, hay demasiado malestar.
 
¿Aún así crees que ganará, por qué? 
RD. Lo que pasa es que la figura de Chávez es insuperable en términos referenciales, de liderazgo, en el actual contexto del país. La derecha venezolana ayuda porque es muy decadente, ligada a círculos realmente muy oscuros. La burguesía venezolana se esterilizó políticamente, quedó sin aliento histórico y sin proyecto de país. Es un “cadáver insepulto” que necesitamos enterrar.
 
¿El cáncer que padece el Presidente puede actuar como un factor electoral o político? 
RD. Fíjate si será un factor clave que Roger Noriega anda anunciando su muerte en pocos meses. Es el deseo de ellos y el interés de instalar una matriz desestabilizadora. En realidad es muy difícil de saber, no se conoce con exactitud el grado de peligro. Él dice que lo curaron y yo le creo cuando lo dice, lo hemos visto activo, todo dependerá del tipo de cáncer y el órgano donde esté alojado. Hasta que el gobierno no aclare este punto no podemos estar seguros de nada. 
 
¿Qué ha pasado con los dos millones de votos chavistas “congelados” desde finales de 2007? 
RD. Siguen decepcionados, incluso puede haber crecido. Buena parte de la política exterior última de Chávez los aleja, el tipo de relación con Santos, la legitimación de Lobos en Honduras y la OEA, la entrega o captura de guerrilleros colombianos y de la ex ETA en Venezuela, la criminalización de la protesta sindical y social, la grotesca ineficacia administrativa, las riesgosas concesiones a las multinacionales, el colapso del proyecto  para una economía no capitalista ¿tu sabías que la economía privada creció más que la estatal y la de control obrero?. La decepción  podría ser mayor si se atreven a aplicar la Ley de Transición que habilitaría a pactar un gobierno con la burguesía, en caso de que Chávez se alejara del poder; millones de chavistas lo rechazarían. La política externa va convergiendo con la interna.
 
¿Te refieres al actual giro al centro del gobierno venezolano en la geopolítica continental? 
R.D. ¡Exactamente!
 
¿Puede ocurrir la hipótesis de que gane Chávez pero el chavismo pierda mayoría en las gobernaciones y alcaldías y se produzca una "allendización" del régimen, un presidente sin poder territorial? 
RD. Es que eso es lo que va a ocurrir, es altamente probable. Este año apareció una consigna en el movimiento popular que dice "Viva Chávez, abajo el gobierno".  El rechazo es enorme contra los funcionarios, la ineficcia, la corrupción, la mentira o la conducta dual, al atropeyo a los luchadores. Los funcionarios tienen un discurso de ultra izquierda y una práctica de derecha.
 
¿El Gran Polo Patriótico contrarresta ese desaliento? 
 Es un hecho cierto que el Gran Polo Patriótico está activando a mucha gente de movimientos. Este reanimamiento ocurre porque el GPP desplaza un poco al PSUV del centro de la campaña y abre la participación a movimientos de base. Pero eso puede resultar en una utilización si los movimientos no logran tener una política propia, independiente de la dirección de burocracia para la campaña. ¿Después de electo Chávez en octubre qué van a hacer? ¿Se van a dejar manejar como instrumentos electorales para que la misma gente rechzaada por los propios movimientos se entronice en las gobernaciones y las alcaldías? El problema sigue vivo porque no depende de esta elección, está instalado en el centro del régimen, son sus instituciones y el desvío del proyecto revolucionario. Crear el PSUV fue un error, mira, a Chávez lo van a votar con PSUV o sin él. Pero ese tipo de maquinaria electoral casi mata todas las energías del movimiento revolucionario bolivariano, corrompió miles de cuadros, sirvió para ganar elecciones, pero también produjo derrotas dolorosas. La gente no está sacrificando sus vidas desde hace más de doce años  por una elección más, la gente pobre se metió a esto para hacer una revolución social, cambiar todo lo malo, superarlo. Un viejo general bolivariano de izquierda, Rojas Müller, acusó a la dirección del PSUV de ser “un nido de alacranes”; él era el segundo jefe del PSUV, algo lo conocía. El partido llegó a afiliar a más de 7.5 millones de chavistas en 2007, pero en el Gran Polo Patriótico solo se inscribieron unos 3 millones. El PSUV y el Estado terminaron en una simbiosis perversa, muy dañina al proceso revolucionario. En algún momento, esas desviaciones y contradicciones iban a hacer crisis. En ese punto estamos. Esa crisis atraviesa este proceso electoral. El Gran Polo Patriótico es la respuesta defensiva a esta crisis del modelo político del chavismo hoy.
 
¿Por qué dijiste al diario Últimas Noticias, el de mayor venta en Venezuela, que "La revolución bolivariana está cada día más lejos de Miraflores y más cerca de los barrios, las fábricas y los campos”? 
RD. Porque eso es lo maravilloso de nuestra revolución, que a pesar de estas graves contradicciones y perversiones, de lo snuevos ricos y la derecha endógena, incluso a pesar de los graves errores en política exterior como entregar luchadores refugiados en Venezuela a gobiernos asesinos y buscar una posición moderada en el espacio de UNASUR y la CELAC, los movimientos sociales y revolucionarios de base, los oprimidos y explotados organizados en múltiples formas, están renovando sus fuerzas y energías desde abajo, para enfrentar esta perversión y salvar el proyecto revolucionario que comenzamos hace más de 12 años, aquel proyecto de revolución social que tuvo continuidad en muchas políticas y conductas de Chávez, pero que ahora está desviado y en riesgo de perecer.
 
(Publicado en Miradas al Sur, Buens Aires)

sábado, 26 de noviembre de 2011

Potencialidades de las cooperativas para la actualización del modelo económico cubano ¿Y las cooperativas, cuándo?

Palabra Nueva No. 211


Cuando se me pidió que escribiera sobre las cooperativas para los lectores de Palabra Nueva , no me extrañó el interés en el tema. La Iglesia Católica ha sido una de las instituciones que más ha apostado por esas formas de organización socioeconómica en Latinoamérica. Algunos estudiosos plantean que en los años sesenta y setenta esto no fue más que una estrategia para contrarrestar el trabajo de movimientos sociales que buscaban acceder al poder político para realizar cambios más radicales. Pero esto no significa que personas dentro de la Iglesia, sobre todo la orden franciscana, sí hayan visto en las cooperativas una forma de acercar el cielo a la tierra.Siendo consecuentes con el deseo de fraternidad entre los hombres y las mujeres, muchos cristianos reconocen que en las cooperativas las personas pueden liberarse de aquellos pecados a los que nos empuja la manera en que generalmente nos relacionamos unos con otros en nuestras sociedades, y en particular en los lugares de trabajo. Sugieren, incluso, que si se impulsa la formación de cooperativas en comunidades con siglos de marginación y bajos niveles de e ducación formal y autoestima, puede revelarse la capacidad de esas personas para aprender a administrar una empresa. De hecho, líderes religiosos han promovido la idea de la empresa cooperativa como una escuela no sólo de conocimientos técnicos, también de valores y habilidades ciudadanas para vivir en armonía con los demás.
Pero la utilidad de las cooperativas también es reconocida por otras personas menos idealistas que defienden la posibilidad de articular intereses (necesidades y aspiraciones) individuales con colectivos y sociales. La Organización de Naciones Unidas (ONU) declaró el 2012 como Año de las Cooperativas, con el objetivo de “subrayar la contribución de las cooperativas al desarrollo socioeconómico, en particular para reconocer su impacto en la reducción de la pobreza, la generación de empleo y la integración social” e instando a los Estados a que promuevan la formación y expansión de esas organizaciones. i
¿Qué es una cooperativa?
Una cooperativa no es más que un grupo de personas que se unen voluntariamente para satisfacer necesidades y aspiraciones comunes por medio de una empresa que les pertenece a todos por igual y que debe ser administrada o controlada democráticamente por sus socios o “asociados”. Se le llama “cooperativa de producción” o “de trabajo”, cuando es creada para que sus asociados produzcan colectivamente bienes y servicios, por ejemplo, las Cooperativas de Producción Agropecuarias (CPA) en Cuba. También existe la modalidad de “cooperativas de consumo”, la cual permite que sus asociados consuman bienes y servicios en mejores condiciones que las ofrecidas por el mercado para el consumo individual. Son las que conocemos en nuestro país como Cooperativas de Créditos y Servicios (CSS). Existen también cooperativas “mixtas”, donde los socios además de producir de forma colectiva se encargan de abastecer a sus miembros de algunos productos.
Por tanto, una cooperativa es una asociación de personas y una empresa a la vez. Pero es una empresa donde lo asociativo, lo social, es lo que guía el funcionamiento de lo empresarial. Cada persona, independientemente de lo que haya aportado al capital, tiene el mismo poder de toma de decisiones. Por eso, el órgano supremo de la cooperativa –donde se toman las decisiones más importantes (las normas de funcionamiento, la elección de directivos, los planes, la distribución de excedentes, etc.)– es la asamblea de todos los asociados: todos tienen voz y voto en igualdad de condiciones.
El órgano ejecutivo principal, generalmente conocido como “junta directiva”, “consejo de dirección” o –bajo una visión menos verticalista– “órgano de coordinación”, está subordinado a la asamblea general, y sus integrantes son elegidos por ella. Generalmente, este órgano ejecutivo principal, en lugar de asumir la administración directamente, propone o asigna un administrador o consejo de administración, que sería el órgano ejecutivo de una empresa convencional, el cual puede contar con personas externas a la cooperativa contratadas para realizar algunas de esas funciones. Resulta recomendable también que la cooperativa establezca un órgano dedicado a la fiscalización o control interno, que sea elegido por la asamblea y, como los otros órganos ejecutivos, le rinda cuentas a ella. Dependiendo de los intereses de los miembros de la cooperativa, pueden crear comisiones permanentes o temporales para atender asuntos importantes como la educación de los asociados, su vivienda, entre otros.
Es importante resaltar que la diferencia fundamental entre una cooperativa de producción y una empresa convencional (capitalista o estatal, administrada de manera autoritaria) no es si la propiedad legal de los medios de producción (local, tierra, equipos, cuentas bancarias) está en manos del colectivo de trabajadores. Aunque sí es recomendable que aporten la misma cantidad de dinero –definido por ellos, y que puede descontarse gradualmente de sus ingresos– a un fondo de reserva colectivo o “patrimonio social”, no todas las cooperativas exigen que sus nuevos miembros aporten medios de producción como ocurrió con las CPA. Muchas arriendan los medios de producción, aunque generalmente han preferido comprarlos para asegurar su acceso a ellos y evitar que el arrendador decida dejar de arrendárselos.
Lo definitorio, lo que caracteriza a una cooperativa, es que ella sea gestionada democráticamente por sus trabajadores, es decir, que las decisiones sean tomadas directamente por todos en asamblea o por los representantes elegidos por ellos para los órganos ejecutivos, y bajo las normas que ellos hayan aprobado. Mientras que, en la empresa convencional, los trabajadores, a cambio de un salario, ceden a los dueños del capital sus capacidades de participar en la administración; las relaciones de los trabajadores con los administradores son de subordinación. Como veremos, el hecho de que en las cooperativas los directivos hayan sido elegidos o aprobados, no quiere decir que no tengan autoridad o que no existan reglas de funcionamiento que todos deban cumplir, pues ello sin dudas resultaría en una organización inefectiva e ingobernable.
Así, puesto que son dirigidas democráticamente, el objetivo que busca una cooperativa es la satisfacción de las necesidades de sus asociados, identificadas por ellos mismos; y no la mera maximización de la ganancia. Los cooperativistas buscan tener ganancias o “excedentes” pero solo en la medida que eso les permita satisfacer sus necesidades materiales y espirituales, pues no todas se satisfacen con dinero o el consumo individual. Dentro de lo posible, buscan que el imperativo de ser rentables no se realice a costa de sus necesidades como seres humanos creativos, miembros de familias, seres sociales, profesionales…; es decir, de las otras dimensiones de sus individualidades.
Las primeras cooperativas que se reconocieron como tales, como organizaciones alternativas a las empresas capitalistas, caracterizadas por la subordinación de los trabajadores a los dueños del capital, surgieron con la consolidación del capitalismo en Europa a finales del siglo XVIII. Pero organizaciones socioeconómicas esencialmente iguales a las cooperativas han existido desde los orígenes del hombre. La cooperativa es la figura legal más común que han utilizado organizaciones autogestionarias para registrarse y obtener personalidad jurídica, pero existen otras empresas autogestionarias como las mutuales, los partnerships y distintas variantes de co-gestión que utilizan otras figuras legales.
LAS COOPERATIVAS EN EL MUNDO
En la actualidad, según la Alianza de Cooperativas Internacional (ACI) ii , más de una décima parte de la población mundial (800 millones) forma parte de algún tipo de “cooperativa”. iii En países como Canadá o Francia, es más de una tercera parte. Debe tenerse en cuenta que las cooperativas más comunes y con mayor cantidad de socios son de consumo de servicios como la comercialización (empresas que se unen sólo para comercializar y no producen de forma colectiva) y el ahorro y crédito (bancos o cajas de ahorro).
Solo algunos datos evidencian la importancia económica de las cooperativas: ellas controlan más de la mitad del mercado de productos agrícolas en Europa, más del 90 por ciento de los lácteos en Finlandia y Uruguay, más del 40 por ciento de la producción de alimentos, agrícolas y no agrícolas en Francia. En 2009, esas organizaciones contribuyeron el 5. 4 por ciento del PIB total brasileño (37. 2 por ciento del PIB agrícola) y cerca del 5 por ciento del colombiano (ACI, 2010).
Las cooperativas con membresías más grandes son las de consumo. Las actividades productivas más comunes que realizan son los servicios profesionales. Pero existen algunas que producen incluso complejas máquinas herramientas (industria pesada) con miles de asociados. Aunque no hay límites para la complejidad del proceso productivo que puedan realizar estas organizaciones empresariales ni para su tamaño, a medida que aumenta el número de asociados resulta más difícil una participación substantiva de ellos. Las grandes cooperativas de producción son en realidad la unión de varias cooperativas más pequeñas en cooperativas de segundo o tercer grado.
Sin embargo, debe tenerse en cuenta que un número c onsiderable de empresas que se identifican como “cooperativas” en realidad no practican los principios de cooperativismo y sólo se denominan como tales para acceder a beneficios que el Estados les otorga y no son supervisados efectivamente. Otras sí se preocupan por mantener su esencia en medio de un contexto para nada propicio, como es la competencia de mercado que inevitablemente lleva a la reducción de costos a toda costa. Pero algunas, montadas en la lógica que les impone el mercado, han terminado más preocupadas por lo económico que por lo social, distinguiéndose poco de las empresas capitalistas.
El nuevo cooperativismo transformador
Es por esto que en los últimos años han surgido nuevas organizaciones socioeconómicas que, rechazando el comportamiento de las cooperativas más conocidas (contratación de trabajo asalariado de forma permanente; poca participación de los asociados en la gestión más allá de elegir a sus directivos y aprobar planes de gestión anuales sin mucha información; poca responsabilidad social manifestada en despreocupación por la situación fuera de las cooperativas) se han dado el apellido de “revolucionarias”, “socialistas”, “solidarias” o “sociales”, y algunas han preferido autodenominarse empresas o “empre ndimientos” con esos apellidos.
Pero así como el socialismo o la democracia no pueden rechazarse por lo acontecido en países que se declaran “socialistas” o “democracias”, el cooperativismo –o en sentido más amplio la autogestión empresarial– tiene plena vigencia. De hecho, los principios que guían el funcionamiento de estas organizaciones más emancipadoras coinciden totalmente con los que deberían guiar a una genui na cooperativa :
1) Membresía voluntaria y abierta.
2) Gestión democrática (un voto por asociado, para tomar decisiones como elegir su directiva, normas de funcionamiento, planes, distribución de excedentes, etc.).
3) Participación económica de los asociados (deben contribuir al menos su trabajo, y se benefician de los excedentes que genere la cooperativa).
4) Autonomía e independencia.
5) Educación, formación e información.
6) Cooperación entre cooperativas.
7) Compromiso con la comunidad. iv
Las organizaciones empresariales que se han autotitulado “solidarias”, “revolucionarias” o “socialistas”, sí se empeñan por materializar en la práctica estos principios identificativos del modelo de gestión de las cooperativas. Ellas intentan crear las condiciones para que la participación de los asociados no sea solo formal, y organizan los procesos productivos y de gestión de manera que exista realmente un ambiente de igualdad de derechos y deberes. También enfatizan y concretan en acciones su responsabilidad con las comunidades aledañas y aquellas más distantes que se ven afectadas por su actividad económica o necesitan su cooperación.
POTENCIALIDADES DE LAS COOPERATIVAS PARA CONTRIBUIR AL DESARROLLO SOCIOECONÓMICO
A continuación se mencionan algunos de los resultados más importantes que se tienen en toda cooperativa genuina –cuya organización y funcionamiento es consecuente con los principios del modelo de gestión cooperativo anteriormente mencionado s– y que evidencian su superioridad respecto a la empresa privada, e incluso la empresa estatal convencional, para lograr un desarrollo económico más humano y justo:
1. Tiene sus propias fuentes de motivación para el desempeño empresarial: La participación en la gestión verdadera, de forma substantiva y no mera formalidad, es una fuente importante de motivación para elevar el desempeño de la empresa autogestionada como la cooperativa. Ello incentiva a los trabajadores a aumentar su productividad, la calidad y la innovación, porque ellos se sienten –y lo son realmente– dueños o en control de todo lo que ocurre en ella.
a. Ingresos y beneficios de acuerdo a desempeño individual y colectivo: Entre las decisiones más importantes que toman los trabajadores en las empresas autogestionadas, está cómo distribuir los excedentes de la manera más justa, según criterios establecidos democráticamente.
b. Motivación para prevenir el acomodamiento y desvío de recursos: En las cooperativas la igualdad de derechos viene acompañada de la igualdad de deberes. Los comportamientos parasitarios o delictivos son evitados mediante mecanismos de autocontrol o supervisión colectiva que aseguran que cada cual cumpla con sus responsabilidades y sancionar a los que no lo hagan.
c. Se superan las contradicciones que afectan la productividad, calidad e innovación en empresas convencionales: Cuando los dueños de los medios de producción, administradores y trabajadores de la cooperativa son también miembros de ella y por tanto con iguales condiciones, se superan las contradicciones que surgen entre los dueños y los administradores y entre los administradores y los trabajadores (conocidos como problemas principal-agente).
2. Mayor productividad sin concentración de la riqueza: El hecho de que los medios de producción que administra una cooperativa estén bajo control (con propiedad legal o no) colectivo y no de una sola persona o un grupo reducido, permite que se realicen actividades económicas de escala mediana o grande al mismo tiempo que se evitan los riesgos sociales asociados a la concentración de la riqueza.
a. Mayores escalas de producción manteniendo la flexibilidad: Más aún, la tendencia de las cooperativas, siguiendo su sexto principio de intercooperación, a la integración horizontal con organizaciones similares permite combinar las ventajas de mayores escalas que generan más productividad y eficiencia en el uso de recursos, junto con las de actividades descentralizadas que permiten una mayor adaptabilidad.
b. Integración vertical con distribución más justa del valor agregado: Las cooperativas están también mejor preparadas para organizarse en cadenas de valor donde aquellas que comercializan o realizan las actividades mejor remuneradas por el mercado no se queden con la mayor parte del valor agregado.
3. Permiten satisfacción de necesidades de las personas: La administración o gestión democrática que debe ocurrir en las cooperativas –y en otras empresas autogestionadas– es imprescindible para que las personas puedan desarrollarse como seres humanos plenos, satisfaciendo no sólo sus necesidades materiales, sino también sus necesidades espirituales.
a. Conocimientos y habilidades técnicos y gerenciales: En empresas autogestionadas como las cooperativas, los trabajadores saben que su desempeño –y por tanto sus ingresos– depende de las decisiones que tome la asamblea o sus representantes, por lo que tienen especial interés en comprender cómo funciona la empresa y cómo podría funcionar mejor.
b. Habilidades y actitudes democráticas: En particular, la participación en la toma de decisiones en un ambiente de igualdad de derechos y deberes que experimentan los miembros de una cooperativa facilita que ellos desplieguen habilidades y actitudes democráticas como la consideración de los intereses de otros, la construcción de consensos que articulan intereses individuales con colectivos, la solidaridad, el respeto a los otros, la responsabilidad por las decisiones tomadas, etcétera.
c. Protagonismo en lugar de apatía: Saberse en control de procesos que inciden sobre sus vidas, y con capacidades o habilidades para ello, promueve que las personas asuman una posición proactiva y creativa ante los asuntos que les afectan en lugar de esperar que los resuelvan otros.
4. Promueve un nuevo paradigma de riqueza: El desarrollo o mejoramiento humano que favorecen las instituciones gestionadas democráticamente promueve que las personas redefinan su concepción de la “riqueza”, de manera que no se limite a la acumulación de bienes materiales o su consumo por él o un grupo reducido de personas.
a. Responsabilidad hacia otros y hacia la naturaleza: En la medida que las personas descubran sus otras dimensiones humanas, además del instinto de supervivencia, y conozcan sus interrelaciones con otros, buscarán la felicidad en relaciones más armónicas con otros seres humanos y la naturaleza.
5. Contribuye a la equidad y justicia distributiva: El reparto de los excedentes de las cooperativas según los criterios definidos por sus asociados v resulta en una distribución del ingreso más equitativa y justa, al interior de ellas. Siguiendo su principio de compromiso social, y lo que generalmente establece la legislación cooperativa, esas organizaciones también favorecen una mayor equidad y justicia fuera de ellas mediante la utilización que hacen de sus fondos sociales contribuyendo a satisfacer las necesidades de las comunidades que les rodean.
6. Proporciona un empleo más estable: Son una fuente más estable de empleo porque las cooperativas no pueden separar a un asociado por razones que sean ajenas a su comportamiento. En situaciones en que se ven obligadas a reducir sus niveles de operación, ellas buscan distribuir equitativamente entre todos los miembros las consecuencias negativas en lugar de despedir a unos asociados.
a. Capital o patrimonio menos vulnerable: Mientras que las empresas donde el capital pertenece a más de un accionista son vulnerables a la retirada de sus socios, la cooperativa puede protegerse para exigir que al retirarse un miembro debe buscar un reemplazo o que no puede llevarse sus aportes al patrimonio si no cumple con ciertas condiciones.
7. Mejor equipadas para contribuir al desarrollo local: Las cooperativas son propensas a ser socialmente más responsables que las empresas privadas. Pueden internalizar intereses sociales más amplios que los intereses grupales del colectivo de asociados, pues su lógica de funcionamiento no es la maximización de la ganancia sino la satisfacción de sus necesidades.
8. Claves para establecer relaciones sociales más humanas: Las relaciones de trabajo asociado que se establecen en empresas gestionadas democráticamente son un punto de partida imprescindible para generalizar relaciones de asociación o cooperación a nivel social. Si, además de cumplir con sus principios autogestionarios y obligaciones tributarias, las cooperativas participaran en espacios de coordinación o planificación democrática con las comunidades que impacta con su actividad, ello les permitiría responder a intereses sociales más amplios y por tanto ser verdaderas empresas socialistas.
a. Se evita la explotación del hombre por el hombre: Aunque en las cooperativas puede sin dudas ocurrir la autoexplotación, los trabajadores no son subordinados de los directivos elegidos por ellos, y ellos mismos son los que definen sus ritmos de trabajo, ingresos y otros beneficios.
VENTAJAS DE LAS COOPERATIVAS PARA CUBA
En Cuba, la existencia de una figura legal para las cooperativas, no limitadas al sector agropecuario, tendría ventajas adicionales. Ello permitiría que personas afines se juntaran para realizar actividades como las que hoy realizan los cuentapropistas, pero con niveles de productividad más altos y sin tener que recurrir a la concentración de la riqueza ni a relaciones de explotación. Para ello, sería recomendable crear cooperativas tanto de producción (tipo CPA) como de consumo de bienes y servicios (tipo CCS). Las primeras facilitarían lo que ya viene ocurriendo de manera no legal entre algunos productores de zapatos y de ropa, e incluso oficios de la construcción, que producen colectivamente para poder disfrutar las ventajas de la especialización y las de mayores escalas de producción. La existencia del segundo tipo permitiría que productores aislados se asociaran para disfrutar algunas de las ventajas de escalas mayores y de la cooperación; lo que ya viene ocurriendo en alguna medida entre vendedores ambulantes y transportistas que compran juntos para reducir costos, fijan precios y se distribuyen territorios o rutas de manera informal.
Es cierto que estas formas de cooperación van a ocurrir de forma espontánea –aun sin figuras legales para cooperativas fuera del sector agropecuario -, pero su existencia permitiría consolidar las relaciones de cooperación que ya vienen ocurriendo y facilitaría que otros grupos de personas que se tienen menos confianza (como para confiar en contratos verbales y/o en el manejo de fondos comunes en una cuenta bancaria a nombre de una sola persona) se decidan a hacerlo. Además, la existencia de asociaciones de productores individuales, o incluso de cuentapropistas que contratan trabajo de forma permanente, facilitaría la coordinación entre sus intereses y los intereses sociales representados en órganos de gobierno municipales; papel que no le corresponde a los sindicatos.
Es importante notar que, en la medida que la oferta de empleos en instituciones estatales disminuya como se tiene previsto, la ausencia de la figura legal de cooperativas de producción para actividades no agropecuarias resultará en que muchas personas se verán obligadas a aceptar las condiciones que pongan los cuentapropistas interesados en contratar su fuerza de trabajo. Si bien es cierto que en muchos casos la relación entre un cuentapropista y sus trabajadores contratados tiene componentes de asociación –y no solo de subordinación–, esto se debe a que los trabajadores contratados pueden exigir ciertas condiciones y beneficios bajo la amenaza de buscar trabajo en el sector estatal.
Por otro lado, la posibilidad de crear cooperativas en el sector de los servicios –o incluso en el de la industria ligera–, le permitiría al Estado “deshacerse” de la manera más socializada posible de aquellas actividades no estratégicas hoy administradas por instituciones estatales (ministerios, gobiernos provinciales y municipales) y que, dada su naturaleza, requieren de una gestión descentralizada y con altos niveles de autonomía para ser efectivas y resultar en mayores beneficios sociales al brindar productos de mejor calidad y precio y contribuir al presupuesto estatal. El Estado podría transferir la gestión a aquellos colectivos de trabajadores que estén dispuestos –de forma voluntaria y conscientes de las responsabilidades y derechos que adquieren– a crear cooperativas que arrienden o compren los medios de producción (locales, equipos, herramientas), en dependencia de lo que resulte conveniente para ambas partes e intereses sociales a largo plazo.
En una sociedad comprometida con la equidad y la justicia social, en aquellos casos donde existan las condiciones requeridas, esto sería más adecuado que transferir la gestión a una empresa privada, como ha sido propuesto por instituciones estatales que alegan la ausencia de una figura legal cooperativa y de voluntad política para comenzar a experimentar con esas formas empresariales. Si los trabajadores de una unidad empresarial estatal –u otras personas, pero dando prioridad a los que ya trabajan en ella– están dispuestos a formar una cooperativa, no tendría sentido dividirles y crear relaciones de subordinación entre ellos, como pareciera que se está proponiendo. La transferencia de gestión a una cooperativa parece, incluso, una solución más pragmática para el Estado, porque permitiría una relación contractual más estable que con un empresario privado.
Esto resultaría en una situación “ganar-ganar” tanto para el Estado como para los trabajadores hoy estatales, y potencialmente –en la medida que se logre orientar las actividades no estatales hacia intereses sociales– también para los consumidores y las comunidades donde operen. Los únicos perdedores serían los burócratas y administradores que prefieren liderazgos autoritarios a participativos, o los que utilizan esas posiciones para beneficiarse individualmente a costa del Estado y, realmente, de todos los cubanos y cubanas.
¿Y ENTONCES, QUÉ ESPERAMOS PARA PROMOVER LA CREACIÓN DE COOPERATIVAS DE TODO TIPO?
¿Por qué entonces no ha sido ni es política del Estado cubano promover las cooperativas más allá del sector agropecuario, y esas han tomado formas tan desvirtuadas por la excesiva intervención estatal? Sin dudas, esto se debe a la visión estatista de socialismo que ha predominado en nuestro país, y a que muchos no ven cómo los intereses grupales de las cooperativas se pueden articular con intereses sociales más amplios sin la intervención directa del Estado.
Sin embargo, la forma en que internamente están organizadas las cooperativas las hace no solo compatibles con un socialismo democrático, sino que imprescindibles, aunque por supuesto no son suficientes, ni la mejor manera de organizar todas las actividades económicas. Estaremos avanzando en la construcción de un nuevo orden económico y social en nuestro país en la medida en que, por un lado, aumente el número de cooperativas genuinas y las empresas estatales y privadas democraticen su gestión, y, por otro lado, todas las empresas “internalicen” intereses sociales mediante mecanismos de regulación –sobre todo indirecta–, pero acompañados de espacios de coordinación. De hecho, para Marx el modo de producción socialista se caracterizaba por “productores libremente asociados unidos por un plan”, mientras que para Lenin el socialismo era esencialmente una sociedad de “cooperativistas cultos”.
Otra razón por la que pareciera que los cambios actuales favorecen a las empresas privadas sobre las cooperativas, puede ser que la intención de privilegiar a las últimas (por ejemplo, con exención de impuestos y créditos con intereses más bajos, contratación prioritaria, programas de educación e información sobre ellas) requiere de una institución que vele porque aquellas empresas que se registran como tales sean realmente cooperativas. Aunque la tarea de esa institución sería sencilla, pues es suficiente revisar las actas de las asambleas y asegurar mediante campañas publicitarias y educacionales que todos los miembros de cooperativas sepan sus derechos, ello requiere de funcionarios fiscalizadores en dependencia del número de cooperativas que surjan. Idealmente, ese órgano de supervisión de las cooperativas podría ser financiado por ellas mismas (una contribución obligatoria) y administrado en coordinación con los órganos de representación que creen las propias cooperativas (consejos o federaciones).
Es cierto también que si el Estado asume el compromiso de promover las cooperativas, debería apoyar los procesos de educación que ellas requieren, debido a las particularidades éticas y organizativas de su dimensión social, ausente en empresas privadas. Pero los costos requeridos inicialmente –que después pasarían a ser financiados por las propias cooperativas– serían menores que los costos sociales resultantes de relaciones de explotación, y serían recuperables mediante los resultados de las potencialidades de las cooperativas vistas anteriormente.
No debemos ignorar que el rechazo a las cooperativas en nuestro país se debe también a la penetración del pensamiento neoliberal hegemónico en el mundo, un paradigma invalidado por los resultados que ha tenido su aplicación, y cuya debilidad científica o falta de objetividad ha sido demostrada por pensadores reconocidos mundialmente como Stiglitz, Ostrom, entre otros. Sin embargo, desde el Estado y los medios de comunicación parece estarse trasmitiendo la idea de que la empresa privada que contrata fuerza de trabajo es la única forma de gestión eficiente. Ese planteamiento pareciera corroborarse con los resultados que han obtenido las cooperativas agropecuarias en nuestro país. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que si bien ellas han sido menos exitosas que los campesinos individuales que contratan fuerza de trabajo, esto se debe en gran medida a que realmente no han sido cooperativas, pues no han contado con la autonomía elemental para ejecutar compras, decidir producciones y ventas, e incurren, además, en gastos considerables para satisfacer necesidades de las comunidades como generar electricidad, bombera agua, abastecer comedores de escuelas).
Bajo análisis superficiales e influenciados por lo anterior, muchos en Cuba consideran las cooperativas como una utopía irrealizable. Se asume que las personas prefieren trabajar solas o con trabajadores contratados antes que en colectivo. Se piensa que no ocurre explotación cuando un cuentapropista contrata a otras personas como trabajadores contratados. Aunque en el discurso oficial de varios ministros se siguen mencionando a las cooperativas como “formas más socializadas”, y que por tanto merecen un tratamiento preferencial por el Estado, esta visión está ausente en los Lineamientos y no se ha visto plasmado en ninguna política pública hasta el momento.
Sin embargo, el trabajo en colectivo ha sido la mejor opción para aquellas actividades que es menos factible realizar de forma individual y cuando las personas se reconocen como iguales (en derechos y deberes). Más aún, las cooperativas han sido la única opción para los que, aún sin esa ética igualitaria y solidaria, no cuentan con recursos para contratar la fuerza de trabajo de otros. Son las reglas de funcionamiento de nuestras sociedades las que provocan que los comportamientos individualistas aparezcan como lo racional o natural, aunque después a muchos nos deje el peso de saber que fuimos injustos y que deberían existir mejores alternativas.
Cuba tiene condiciones que otros países no han tenido para promover las cooperativas y otras formas autogestionarias. Precisamente porque los cubanos y cubanas hemos sido expuestos a una práctica cotidiana relativamente más solidaria e igualitaria que en otros países –aunque sin dudas disminuida considerablemente desde los años noventa–, es probable que la organización en cooperativas (reales, y por tanto autónomas) sea más atractiva. Además, en Cuba ya la mayoría de las personas está relativamente bien calificada profesionalmente. Sin dudas, hay grandes vacíos en materia de gestión empresarial, pero esas habilidades pueden ser aprendidas rápidamente y suplidas en el intertanto por servicios de consultoría y administración. Otra ventaja importantísima con que contamos son los niveles de confianza y transparencia o extroversión que nos distinguen de otros pueblos, lo que nos adelanta en un requerimiento ineludible a la hora de crear una cooperativa: las personas deben tenerse ciertos niveles de confianza y empatía. Más aún, en algunas empresas estatales y en algunas empresas “informales”, ya vienen dándose procesos, en gran medida autogestionarios, que verían en la cooperativa la forma más deseable de organización.
Por eso, algunos de nosotros no perdemos la fe en que, una vez que se permita en nuestro país la creación de cooperativas de forma espontánea como se ha permitido a los cuentapropistas, muchos grupos de personas van a estar listos para crear sus cooperativas y poner en práctica los valores de solidaridad e igualdad que tan enraizados tienen. El éxito será mayor si el Estado cubano decide que prefiere un desarrollo más social y, consecuentemente, implementa políticas para privilegiar a las empresas que sean gestionadas democráticamente por sus trabajadores y que coordinen sus actividades con representantes de intereses sociales más amplios.
Medidas para promover las cooperativas
1. Realizar una campaña de educación e información sobre las características principales de las cooperativas y cómo pueden ser creadas, sus derechos y responsabilidades.
a. Explicar de forma clara por qué la cooperativa es una forma “más socializada” y por tanto preferible, en algunos casos, a la empresa privada.
b. La alta dirección del país debería hacer pública su decisión de promover o al menos permitir la creación de cooperativas, de manera que aquellos que hoy lo obstaculizan no tengan pretextos para ello.
2. Pasar una ley general de cooperativas, y su reglamento.
a. Debería ser precedido por un proceso de consulta, al menos con las cooperativas agropecuarias, pero idealmente lo más abierto posible, para que la nueva legislación supere las limitaciones de la ley de cooperativas agropecuarias vigente y sea lo más efectiva posible.
b. Los funcionarios de instituciones estatales a cargo de la implementación de las nuevas políticas públicas relativas a las cooperativas, y en particular los gobiernos locales, deberían ser capacitados sobre las especificidades y ventajas de esas organizaciones empresariales.
c. Mientras tanto, debería pasarse un decreto ley o algún instrumento legal que permita la creación de cooperativas, y establezca sus derechos y deberes. Se podría utilizar quizás alguna de las figuras legales establecidas en el Código de Comercio vigente.
3. Establecer una institución que supervise y apoye a las cooperativas existentes, así como que facilite su creación y registro, provea información sobre ellas, y les sirva de puente entre ellas y con otras instituciones o empresas estatales.
a. Trabajar junto con las universidades para que los profesores y estudiantes asesoren a las nuevas empresas en materia de gestión, contabilidad, estrategia y especificidades de las cooperativas; así como para que promuevan la creación de nuevas cooperativas en los territorios de mayores necesidades y grupos de personas con condiciones propicias.
b. En la medida que aumente el número de cooperativas, esta institución debería ser financiada por las propias cooperativas y su ejecutivo debería estar compuesto en gran medida por representantes elegidos por ellas.
4. Establecer políticas tributarias y de contratación de instituciones estatales que prioricen a las cooperativas sobre las otras empresas no estatales, sin que esto signifique que no deban pagar impuestos ni que los bienes y servicios que se les contraten sean de menor calidad.
5. Promover que los gobiernos locales establezcan espacios de coordinación con cooperativas y otras empresas no estatales en su territorio, de manera que estas contribuyan al logro de sus objetivos estratégicos.
Camila Piñeiro Harnecker es Investigadora y consultora de empresas. Compiladora del libro Cooperativas y Socialismo: Una Mirada desde Cuba. Ed. Caminos, La Habana, 2011.
Notas
i United Nations General Assembly Resolution   A/RES/64/136  on the Proclamation of 2010 as International Year of Cooperatives. Ver http://social.un.org/coopsyear .
ii La ACI es la organización que desde el año 1895 aglutina y promueve el movimiento cooperativo en el mundo . Ver http://www.ica.coop
iiiACI. 2010. “Statistical Information on the Co-operative Movement” http://www.ica.coop/coop/statistics.html.
iv Para un análisis del significado práctico de cada uno de estos principios, ver “¿Qué es una cooperativa?” en Camila Piñeiro Harnecker (comp.) Cooperativas y Socialismo… , pp. 31-54.
v  Las cooperativas generalmente distribuyen parte de los excedentes entre los asociados teniendo como criterios –generalmente aprobados en asamblea– el trabajo aportado medido en horas de trabajo y las características de las labores realizadas. Hay casos en que se distribuye por igual asegurando que todos contribuyan al máximo de sus capacidades y realicen tareas semejantes. También en algunas cooperativas se tienen en cuenta las necesidades particulares de los asociados: número de hijos menores, si es madre sola, etcétera.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


miércoles, 2 de noviembre de 2011

los muchachos blancos estan calientes

la imagen subida en: http://www.stormfront.org/forum/t840514-3/
bien vale un post.
lean los comentarios del enlace que no tienen desperdicio.
me guardo mi opinion personal.

viernes, 14 de octubre de 2011

Iglesias de Canadá culpables de matar a más de 50.000 niños nativos en escuelas residenciales


13/10/11.-Las fosas de enterramientos en masa corresponden al genocidio de niños mohawk practicado en una escuela residencial de Mohawk operada por la Iglesia de Inglaterra y el Vaticano antes de su cierre en 1970.
Según el Rev. Kevin Annett, Secretario del Tribunal Internacional para Crímenes de la Iglesia y los Estados Unidos (  itccs.org| The International Tribunal into Crimes of Church and State  ), el Instituto Mohawk fue  "creado por la Iglesia Anglicana de Inglaterra en 1832 para encarcelar y destruir a generaciones de niños Mohawk.
Esta primera escuela india residenciales en Canadá duró hasta 1970, y, al igual que en la mayoría de las escuelas residenciales,  más de la mitad de los niños encarcelados que nunca regresó.  Muchos de ellos están enterrados todos los alrededores de la escuela. "

El descubrimiento de las fosas comunes de los niños Mohawk, descubierto por el radar en el Instituto de Mohawk viene de la mano de pruebas grabadas en vídeo por el testigo William Coombes, que en octubre 1964 fue testigo de como  Elizabeth Windsor, como Jefe de Estado de Canadá y Jefe de la Iglesia de Inglaterra, visitó una escuela aborigen en Kamloops, British Columbia,  elegió 10 niños aborígenes jóvenes, les hizo besar sus pies, y al parecer los tomó de la escuela para hacer un picnic en un lago.

Los 10 niños indígenas nunca fueron vistos de nuevo.
El señor Coombes,  que fue a declarar en el Tribunal Internacional para Crímenes de la Iglesia y los Estados Unidos (ITCCS.org) contra el genocidio infantil Elizabeth de Windsor,fue asesinado en febrero de 2011. Afortunadamente, el testimonio del señor Coombes "fue grabado antes de su muerte y está disponible para el Tribunal.

El Rev. Kevin Annett establece que los instrumentos de tortura, como un estante para torturar a los niños Mohawk en la tortura ritual se han encontrado en la ahora cerrada Instituto Mohawk.
Testigos presenciales de la comunidad Mohawk han declarado que vieron los sacerdotes en túnicas rojas torturar a los niños en actos de tortura ritual.
Kevin Annett: Genocidio en Canadá por parte de Iglesia Católicawww.protegeatushijos.org Axel Cooley , directora de Prensa de la Fundación Protege a tus hijos, estuvo presente en la excavacion de fosas en una de las escuelas residenciales , donde fueron abusados, torturados , miles de niños por parte del Clero católicoInvestigue sobre ésta esquema de crimen organizado por la iglesia católica, anglicana, protestante entre otras religiones de Canadá, visitando a la página:http://www.protegeatushijos.orgPara información sobre el genocidio de nativos en Canadá puede visitar ahttp://www.hiddennolonger.com  o http://www.hiddenfromhistory.org
Los nativos Mohawks de Canadá en colaboración con ITCCS (Tribunal Internacional de Crímenes de la Iglesia y Estado) y su secretario Kevin Annett han iniciado un evento histórico de excavaciones en escuelas residenciales administradas por monjas y curas. Esta es la primera de muchas que van a excavar y con la evidencia forense que se ha obtenido pueden comprobar los muchos testimonios de asesinatos a niños por estos sacerdotes y monjas.
Los niños nativos atestan de la tortura, hambruna y abuso que experimentaron en estas escuelas religiosas, así tal como paso en Irlanda donde el gobierno confabulo con las iglesias para robarse muchos niños y meterlos en estas escuelas y hacerlos sufrir. Los niños eran usados para experimentos humanos y las condiciones de vivir no eran digna ni para un animal. Los religiosos solo les importaba el dinero que recibía de parte del gobierno por cada infante y mientras más reclutaban más dinero acumulaban.
Los niños eran forzados a labores por 10 a 12 horas al día. Los forzaban a hacer rosarios, o cultivar las tierras, resultando en explotación laboral a lo máximo ya que vendían la cosecha al pueblo y a los niños no les daban alimentos adecuados, tanto así que el porcentaje de mortalidad era más del 50% - los reportes gubernamentales lo comprueban.
http://ateaysublevada.over-blog.es/article-iglesias-de-canada-culpable-de-matar-a-mas-de-50-000-ni-os-nativos-en-escuelas-residenciales-86449302.html

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Bolivia: El 18 Brumario del Kananchiri

  Rafael Bautista (especial para ARGENPRESS.info)

Rafael Bautista (especial para ARGENPRESS.info)

Cuando Zavaleta expone la “paradoja señorial”, no sólo describe la contradicción de una casta sino de toda una subjetividad que se expande al todo social: aquella que se constituye “en contra del indio”. Por eso produce un Estado aparente, porque no tiene contenido propio, porque lo propio es aquello que niega para poder afirmarse a sí mismo; porque es antinacional, su legitimidad tiende siempre a la nulidad. Por eso necesita de una sociedad, también aparente, que se haga a imagen y semejanza de ese Estado; ambos se corresponden, pues en ambos se encuentra arraigada una cuestión de fe. Por eso señala Zavaleta, sin miramiento alguno: “la única creencia ingénita e irrenunciable fue siempre el juramento de su superioridad sobre los indios, creencia en sí no negociable, con el liberalismo o sin él y aun con el marxismo o sin él”.

Vale la pena subrayar lo último. Porque incluso la asunción de banderas revolucionarias no supone la superación de esta creencia que es, como bien dice, “ingénita e irrenunciable”. Por eso se producen las recaídas. Por eso a la revolución del 52 le sucede la contrarrevolución y al actual “Estado plurinacional” le viene sucediendo la reposición del Estado colonial. La “paradoja” consiste en que la dirigencia gubernamental del proceso no logra reunir, ni las condiciones subjetivas ni las institucionales, para auto-transformarse, y menos, para hacer posible la transformación del Estado. Esta “paradoja” se sostiene porque aquella creencia permanece inamovible.

Por eso en el mismo discurso revolucionario anida esta “paradoja”: la dominación se reconstituye bajo nuevas banderas; porque si la creencia no es posible se ser superada, entonces los propios revolucionarios producen la contra-revolución. Por eso hasta la izquierda puede ser la nueva derecha. Porque a ambos les une una creencia también irrenunciable; principio nodal de un mundo que se globaliza desde la conquista, en contra, siempre, del indio.

Pueden renunciar a todo, menos a su fe ciega en el “progreso” moderno. La riqueza del mundo moderno les enceguece, de tal modo, que ya no tienen ojos para ver lo más evidente: que esa riqueza es sólo posible por la acumulación sistemática de miseria. Para que el primer mundo sea “desarrollado” tiene que producir el subdesarrollo del tercer mundo (para que haya centro tiene que haber periferia). La conquista no cesa y, con el añadido del racismo congénito moderno, se lo racionaliza hasta como un imperativo categórico: ahora se llama “desarrollo”.

La “paradoja” aparece en el dominado, cuando aspira a ser un nuevo dominador. Por eso el socialismo fracasa: critica la dominación del trabajo humano por el capital, pero la liberación del trabajo no libera al ser humano, pues sigue inamovible la dominación de la naturaleza. Y en eso consiste la Modernidad: en dominar. La “riqueza”, el “desarrollo” y el “progreso” modernos, son sólo posibles en términos de dominación. Las mercancías modernas que nos enceguecen y seducen, chorrean sangre humana y sangre de la Madre tierra, desde hace cinco siglos. La economía que promueve este famoso “desarrollo”, sólo sabe producir riqueza, destruyendo las dos únicas fuentes de riqueza: la humanidad y la naturaleza, Marx dixit. La crisis ecológica no es una maldición divina sino consecuencia de la irracionalidad de la racionalidad económica moderna; que comparten tanto capitalistas como socialistas.

Las creencias económicas modernas son también “ingénitas e irrenunciables”, y parten de una clasificación dicotómica que se origina en el mito fundacional del mundo moderno: el racismo. Las categorías de desarrollo-subdesarrollo, son emanaciones lógicas de la dicotomía inicial que legitima la conquista del Nuevo Mundo: superior-inferior. La naturalización de esta clasificación es el racismo. Por eso el indio aparece, en el Estado señorial-moderno-colonial, como obstáculo del “progreso” y el “desarrollo”. En nombre de estos se producen los genocidios a la humanidad y a la naturaleza, desde la conquista, la colonia y la república, y en nombre también de estos, ahora, un Estado plurinacional, lejos de proponerse un contenido propio, auténtico, liberador, no hace sino volver a su forma anterior, y de modo más acabado.

Por eso la “paradoja” continúa, y recompone lo que se pretendía superar. No hay verdadera transformación: quienes pudieron convertirse en los abanderados de un proceso de liberación, no saben ni pueden entenderse al margen de un Estado al que desprecian y, sin embargo, lo restituyen; porque las estructuras de ese Estado, estructuran su propia subjetividad. Parafraseando a Zavaleta: pudieron ser los conductores de un gran acto revolucionario; pero sus cabezas mismas, no eran libres todavía de aquel Estado.

El primer mito de la subjetividad moderna es la creencia en su superioridad. Es en la conquista, donde se constituye aquel mito; necesita constituir a la víctima en “inferior”, para legitimar su dominación: donde no hay indio No hay “señor”. Por eso las repúblicas nacen formalmente “independientes”, pero siguen siendo esencialmente coloniales. No pueden siquiera constituir nación, porque lo nacional mismo es excluido. La nación es clandestina, porque el Estado es colonial. Su soberanía es pura ficción; por eso se convierte en mero administrador de intereses que, ni siquiera, son los suyos.

En este contexto, la coyuntura crítica que atravesamos, revela el carácter constitutivo de un Estado, cuyo relevo de mando, no hace sino reponer ese carácter: el Estado boliviano, incluso con wiphala, no sabe constituirse sino siempre, “en contra y a costa del indio”. El MAS reedita al MNR; por eso no es raro el movimientismo de ambos y el nacionalismo, como ideología, que une ambos fracasos: modernizarnos a toda costa, o sea, “a costa siempre del indio”. Es un aborrecimiento que no tiene fin, Zavaleta dixit.

Incluso con marxismo, hasta con discurso de descolonización, el indio sigue siendo el obstáculo para modernizarnos. La conquista se actualiza: “siendo por naturaleza siervos los hombres bárbaros [indios], incultos e inhumanos, se niegan a admitir el imperio de los que son más prudentes, poderosos y perfectos que ellos; imperio que les traería grandísimas utilidades, siendo además cosa justa por derecho natural que la materia obedezca a la forma, al cuerpo al alma, el apetito a la razón, los brutos al hombre, la mujer al marido, lo imperfecto a lo perfecto, lo peor a lo mejor, para bien de todos”. Ginés de Sepúlveda resucita con rostro “plurinacional”, pero sigue diciendo lo mismo: el indio no puede ser sujeto sino objeto de la autoridad (quien es “más prudente y perfecta”). Él no puede reclamar derechos, es el Estado señorial-moderno-colonial quien se los otorga; por eso es considerado un “menor de edad”: “influenciado por ONG’s”, “usado por la derecha”, etc. Y si éste no tiene derechos, peor la naturaleza.

La modernidad mata a Dios para erigir a sus ídolos, nuevos fetiches hambrientos del sacrificio constante de la humanidad y la naturaleza. La riqueza moderna no tiene límites, por eso la economía se mide por cifras, siempre en aumento; por eso “progreso” significa, en definitiva, destrucción. La subjetividad que legitima ese “progreso”, no cree ni en su camisa, como Melgarejo. Son jacobinos. Si no creen en Dios, ¿cómo van a creen en la Pachamama? Sólo creen en su propio poder, por eso son soberbios. Por eso entienden la política como lucha por el poder: en lo único que creen es en el poder; por eso, cuando lo tienen, viven ello de modo hasta insensato. Por eso ya no escuchan, porque asaltan literalmente aquello que idolatran. El poder ya no es facultad propia del pueblo sino expropiación ilegítima de éste; por eso, cuando asaltan el poder, es un literal asalto del propio pueblo. En nombre del pueblo asaltan al propio pueblo.

Si hay alguna enfermedad infantil en la izquierda es su jacobinismo. Por eso hasta se interpretan, a sí mismos, bajo los códigos de la revolución francesa; por eso también la replican: a la revolución le sigue el reino del terror. Aquella revolución, que postula la “declaración de los derechos del hombre”, no sólo guillotina a la realeza sino también a los no considerados en tales derechos. Cuando mata a Babeuf y a Olympe de Goughes declara, que aquellos derechos, no son, en realidad, universales: los obreros y las mujeres están al margen. Son derechos exclusivos del ciudadano burgués. En consecuencia, la revolución de los “derechos del hombre”, en nombre de esos “derechos”, le hace la guerra a la primera nación de esclavos libres, Haití, y mata a su líder, Toussaint l’Overture.

El que, en este gobierno, alguien se declare jacobino y bolchevique no es casual. En abril de 2006, ya habíamos expuesto la contradicción que aparecía al interior del propio gobierno, en un artículo en internet: “El Asalto Jacobino del Gobierno del MAS”; donde decíamos: “El proyecto de nuestro vicepresidente siempre fue moderno. Su modelo de ‘capitalismo andino’ siempre buscó el desarrollo de las economías informal y tradicional desde la inocente asunción del patrón de acumulación capitalista (fiel al modelo ortodoxo de izquierda: ‘hay que cumplir las tareas que la burguesía dejó pendientes’). No dándose cuenta que tal proceso de acumulación está pensado a partir del desarrollo de los centros económicos, cuyo crecimiento depende de la postergación de las colonias; es decir, el supuesto ‘desarrollo’ está prescrito por un modelo que ha constituido al centro en eje del ‘desarrollo’, de este modo debe adoptarse un patrón de acumulación que acaba siempre postergando a la periferia, porque esa lógica consolida un sistema-mundo que ordena el mercado mundial en torno a la maximización económica del centro. Condición de la imposición de la economía capitalista en la periferia es la destrucción paulatina de sus economías tradicionales. El capitalismo no es sólo extracción de excedente; es, en primera instancia, des-estructuración de la economía tradicional y de la sociedad para re-ordenarlos en torno a la producción de excedente (exportadores de materias primas). O sea, la sociedad en torno a la producción de excedente es posible porque primeramente se destruye la base económica tradicional para hacerla dependiente de otro patrón de acumulación, en este caso, la maximización del capital. En tales condiciones no hay convivencia ‘normal’ de estas economías; una vive a costa de la otra, la competencia de capitales en la globalización es una lucha donde quien no acumula más valor muere, por ello la explotación en la periferia es más despiadada, porque la desigualdad tecnológica y la subordinación política (deuda e inversión extranjera) condena a los países pobres a transferir plusvalor extraordinario (explotación humana al infinito) al centro, siempre en ascenso. La tesis del ‘capitalismo andino’ buscaría intervenir en la economía tradicional para impulsar su ‘despegue’, o sea, a subsumirse en la lógica de acumulación capitalista. Esa es la falacia desarrollista: el único modelo a seguir es el seguido por Europa. Pero no es la economía informal y menos la economía tradicional las que imposibilitan el ‘desarrollo’. Es, más bien, el sector burgués de la economía el que arrastra a toda la sociedad al subdesarrollo; porque su existencia depende de la mantención de una estructura (nacional y mundial) que hace posible su dependencia sistemática. Por ello, el moderno-sistema-mundo corrompe a las elites de los países pobres para asegurar la estructura económica mundial; beneficia a sus elites a costa del subdesarrollo de sus sociedades, o sea, son ellas y la economía que patrocinan y ejercen la que arrastra a sus sociedades al subdesarrollo. Entonces, la intervención estructural debe hacerse a ese sector: el sector burgués. Para ello, son los principios (filosóficos, económicos y políticos) de la sociedad burguesa los que merecen el des-montaje y su re-consideración desde criterios ético-políticos de defensa de la reproducción de la vida de las víctimas (no del capital). La explotación despiadada de hombre y naturaleza es posible por una lógica que devalúa ambos a la condición de objeto. El sujeto que concibe esta lógica ha pasado del yo-conquisto al yo-pienso y al yo-domino. Se postula universal y portador absoluto de la verdad, devaluando todo pasado e imponiendo su proyecto (estar en la riqueza) como el adelante al que todos deben de someterse. Su libertad es libertad de propiedad, su propiedad es su derecho natural y su derecho es ley sobrehumana. Si estos principios no se ponen en suspenso, entonces todo proyecto, incluso los supuestamente alternativos, caerán en la reproducción de una lógica que, no en vano, lleva más de cinco siglos sofisticándose”.

Aquel “capitalismo andino”, ahora se llama “socialismo comunitario”. Pero el cambio de nombre no cambia su contenido: la fe ciega en el “progreso” moderno. En nombre del “progreso” se interpreta que toda oposición a éste es irracional, entonces, en nombre de “la razón”, se la elimina. En consecuencia, la creencia “señorial” se reafirma: el enemigo es el indio. El racismo desata una nueva “cruzada”. El Estado señorial-moderno-colonial se recompone. Que la derecha critique la represión a la marcha indígena en defensa del TIPNIS, es puro oportunismo, exclusivo cálculo político. Si ellos volviesen al poder, no sólo violarían el TIPNIS sino que lo ofrecerían, con indios y todo, de modo abierto, al capital transnacional, también en nombre del “progreso” y “la razón”; los ídolos a los cuales se postran hereditariamente.

Lo que hace el jacobinismo gubernamental es reponer la “paradoja señorial”. No logra reunir las condiciones subjetivas ni institucionales para hacer efectiva una real trasformación, porque no sabe ni puede enfrentar su propia subjetividad, presa de los prejuicios “señoriales” y modernos que le enajenan de su propia realidad. Y, en situación crítica, no halla mejor modo de descubrirse, que mostrarse en el más puro estilo colonial: la represión desnuda.

Si no hay transformación subjetiva, es imposible una transformación objetiva. Si no se produce al sujeto de la liberación, la liberación se queda como pura retórica y, de ese modo, el pueblo es reducido a la condición de objeto sumiso, apto para su dominación. Todo empieza con la segunda gestión gubernamental, cuando se arrasa con el 64% de la elección. La consigna fue ganar “como sea”; y ese “como sea”, fruto del cálculo político, empezó a carcomer una legitimidad ya contaminada (los advenedizos no tardaron en trepar y los dirigentes históricos tampoco se quedaron atrás); en las elecciones municipales, eso costó una merma electoral considerable. Ese cálculo interesado, típico en una lógica instrumental de la política, iba constatando que los nuevos actores gubernamentales no habían cambiado nada, pero pretendían dirigir el proceso de cambio.

Fundan entonces el Estado plurinacional sobre bases irreales; porque si ellos pretendían mostrarse como la dirección del proceso, presentándose como quienes ya saben el sentido de éste, entonces el pueblo estaba de más. La verdad era expropiada como patrimonio exclusivo del sector jacobino del gobierno; pues si se dice que el pueblo está equivocado, se quiere decir que el gobierno tiene la verdad. Por eso el presidente Evo ya no necesitaba escuchar. Por eso el sector jacobino podía prescindir del pueblo y direccionar el proceso de cambio al margen del propio pueblo, independiente de si le guste o no al pueblo el sentido que iba adquiriendo el proceso. Desde la visión autista y auto-referente de quien había expropiado, para sí, el ámbito de las decisiones, el proceso sería lo que su imaginación decidía.

Ya no es ningún secreto que, en esta segunda gestión, el presidente Evo había perdido la capacidad de decisión en aspectos vitales y que ésta había recaído en la segunda figura de gobierno. Por eso se entendía que, en los momentos críticos, como el gasolinazo, mientras el presidente estaba curiosamente fuera del país, quien daba la cara, era el vicepresidente. El mismo celo de los ministros, de recluir al presidente en un distanciamiento hasta penitente, mostraba que aquél acataba (no sabemos si entusiasta o resignado) lo que ya había sido dispuesto. Frente al panorama que le presentaba el círculo llamado q’ara, él no podía más que consentir todo aquello; por eso, como lección, no basta en un líder sólo la buena intención sino que precisa de una formación intelectual sostenida, para no quedar embaucado en la retórica hábil de sus interlocutores. Creía que su constitución sindical le bastaba, pero eso le está costando caer ya no sólo en los errores sino en una traición a todo aquello por lo cual había luchado.

En política no puede haber inocencia.

El rechazo al gasolinazo no sirvió para la reflexión porque no se trataba de un error sino de una apuesta que, de modo consciente, había adoptado ya este gobierno, y que es la misma apuesta por la carretera que atraviesa el corazón del TIPNIS. La apuesta por el “desarrollo” moderno. Pero esa apuesta no es nuestra sino a costa nuestra. Y el indio es el testimonio viviente de lo que ocasiona esa apuesta. Humanidad y naturaleza quedan reducidas a simples medios para los fines del “progreso” moderno. Frente a aquél, nuestras culturas, tecnología, medicina, religión, conocimiento, ciencia y filosofía, no sirven, son obsoletas, atrasadas, premodernas. Lo único valioso es el “desarrollo” moderno.

La “paradoja” reafirma la tozudez colonial: asume como propio un ideal que no le corresponde y, en consecuencia, creyendo “desarrollarse”, no hace sino desarrollar a otros a costa siempre nuestra. La contradicción desarrollo-subdesarrollo, es una contradicción al interior de la lógica moderno-capitalista; si mi marco de interpretación de la realidad es sólo lo que la modernidad me muestra, entonces las transformaciones que pueda operar en ella ya no son tales sino simples reformas. Por eso el vicepresidente es etapista, porque se ha creído el cuento jacobino-bolchevique de que hay leyes fatales de la historia, a las cuales debe someterse el ser humano; por eso no sabe sino proponer metas cuantitativas a un asunto cualitativo: la transformación del mundo (los socialistas creyeron que la revolución era la culminación del “desarrollo”, cuando debieron comprenderla –si hubiesen sabido algo de la crítica de Marx–, más bien, como un freno al “desarrollo”, porque se trataba del “desarrollo” moderno-capitalista). Entonces, lo que se hace, ya no es cambiar al mundo sino afirmarlo del modo más contundente. Porque si persigo el “desarrollo” es que concibo mi realidad a partir de los criterios del “desarrollo” y, como no coinciden, entonces hago que mi realidad se comporte según los patones del “desarrollo”; es decir, de modo irreflexivo, argumento contra mí mismo, porque precisamente somos las víctimas de ese “desarrollo”, desde hace cinco siglos. El precio de ese “desarrollo” es la producción sistemática de miseria y la destrucción, cada vez más acelerada, de la naturaleza.

Ahora que las cosas, en esta coyuntura crítica, se muestran no como son en lo cotidiano sino como son verdaderamente, nos damos cuenta que la descolonización es algo mucho más que un discurso, y que el gobierno no tiene ni la más mínima idea de lo que significa descolonizar el Estado. Por eso, para pretender ser la vanguardia del proceso tienen que arrebatar ese lugar a la verdadera vanguardia. Por eso interviene el gobierno la marcha indígena en defensa del TIPNIS. Se trata de un rapto. Sólo pueden ser vanguardia, poniéndose ellos como vanguardia. El pueblo no los puso para que decidieran al margen del pueblo sino para que obedezcan las decisiones del pueblo. No viven el proceso pero pretenden dirigirlo, desde aquella “iluminación” que creen infalible.

El kananchiri había sido el sobrenombre intelectual del vicepresidente en su etapa insurgente. Desde la “guerra del agua” se puso de moda junto a otros “iluminados”, de una supuesta izquierda renovada. Esta izquierda nunca reflexionó sobre la colonialidad de sus categorías, al grado de adjetivar este proceso con una mixtura de conceptos que abrazaban sin criterio alguno, sólo porque estaban de moda o porque respondían a sus gustos estéticos. Para el vicepresidente el pueblo siempre fue “multitud”: una masa informe a la que había que dar forma. Relación sujeto-objeto. La “potencia plebeya” es sólo potencia en su sentido bruto, aristotélico digamos: es pura potencia, pero nunca acto; el objeto es pura potencia en sí, el acto es un añadido que le viene de afuera. Lo epistemológico precede a lo político. El conservadurismo ya era compromiso epistemológico, cuando se comprendía lo político desde el punto arquímedo de toda dominación: la relación sujeto-objeto deviene, en política, en la guerra por otros medios. La concepción de la cual se parte establece qué política, en definitiva, se sigue o se produce.

Por eso, cuando el vicepresidente se llamaba “el último jacobino” no era casual. Tampoco era casual que el presidente, ya en la primera gestión, decía convencido: “gobernar es hacer buenos negocios”. No en vano ambos coquetean ahora con el sector empresarial (para colmo con el más reaccionario: el ganadero y agroindustrial del oriente). La introducción de los transgénicos en la ley productiva es, entre otras cosas, una concesión al sector soyero exportador. Y el apoyo de ciertos colonizadores, cocaleros y hasta campesinos, a la nueva carretera, es una apuesta al “desarrollo”; todos ellos quieren ser empresarios privados. Por eso no les interesa afectar a la naturaleza, porque para el afán de riqueza, la tierra es puro recurso, objeto, cosa a explotar, en beneficio privado.

Por eso decíamos, la “paradoja” no es sólo de una casta sino que contamina al todo social. Por eso el nuevo “señor” no tiene necesariamente que provenir de la casta oligárquica sino hasta puede serlo un pobre y hasta un ex guerrillero insurgente. El poder no cambia a nadie, su único poder consiste en mostrar cómo uno es verdaderamente. Por eso no es nunca primero el líder, primero es siempre el pueblo; cuando éste actúa a la altura de lo que se propone, el líder emana de su propio seno. Pero actuar de ese modo, requiere que el pueblo se haga sujeto; de lo contrario, el poder delegado es raptado con la connivencia del propio pueblo. Por eso, para que exista dominación tiene que haber, también, un cierto grado de inocencia para que la dominación se haga posible.

Vaciada la legitimidad, hay que inventarla; si ya no hay hegemonía democrática, viene la dominación pura. Lo que, en codificación revolucionaria francesa quiere decir: el 18 brumario: el coup d’Etat. Si el pueblo es el equivocado entonces se justifica la represión que se le hace, y ésta es justa porque “se niegan a admitir el imperio de los que son más prudentes, poderosos y perfectos que ellos”. Ginés regresa sabiendo muy bien la lógica indígena; lo que se propone es una nueva “extirpación de idolatrías”. El respeto a la Madre tierra es la nueva “idolatría” que hay que extirpar, en nombre del verdadero ídolo: el “progreso” moderno. Si ya no hay legitimidad, el cálculo político opta por lo más funesto: generar las condiciones para la recaptura absoluta del poder.

El 18 brumario estaría precedido por la vertiginosa pérdida de legitimidad. Todavía se esperaba una última autocrítica, pero los ministros prefieren ser Pilatos y lavarse de toda responsabilidad. Hasta la wawa ministra mostró más dignidad que todos los tata ministros juntos (la renuncia de la ministra de Defensa declaraba, en un arrebato de lucidez, que es el gobierno el que posibilita un retorno de la derecha –si hay infiltrados, ¿no estarán en el propio gobierno?).

El conflicto de Caranavi y el de Potosí, ya habían mostrado no sólo la inoperancia de los ministros sino, lo más grave, la soberbia y el desprecio –que van siempre juntos– que habían ido adquiriendo en el ch’aqui del poder. Ya se creían “señores”; igual que los hidalgos, como Cortez y Pizarro. El que se cree “señor” sin serlo, sólo sabe imponer su “señorío” a la fuerza. Es lo que les queda. Por eso, la intervención a la marcha no fue algo improvisado. El último discurso del presidente ratifica la decisión gubernamental de construir la carretera, sólo que se la aplaza. Se propone una discusión nacional al respecto, pero la discusión se la quiere reducir a lo técnico, cuando lo que está en juego es nuestra propia política de Estado. Porque las razones que arguye el vicepresidente (que curiosamente no apareció para nada) para dorar de magnanimidad al proyecto de la carretera son falaces: lo que supuestamente integra, ni siquiera vincula a todas las comunidades; el “desarrollo” que promete es desarrollo inmediato de ganaderos, expansión de su mercado, no de las comunidades; y, el argumento más colonial: cuando hace una historiografía de la carretera y señala que fue hasta propuesta en tiempos del Mariscal Sucre, olvida que esos propósitos eran paralelos a los propósitos de los nuevos conquistadores, que veían en el oriente una nueva reconquista.

El discurso no deja de ser “señorial” porque se aduce justicia social. Si una carretera fuera, en sí, sinónimo de “progreso”, entre La Paz y Oruro, todos los campesinos serían ricos. Ahora bien, que la OAS haya o no financiado al MAS, descubre que hay ciertos compromisos adquiridos que le están costando a este gobierno más de lo que suponía. Por eso no se trataba de ganar “como sea”; en ese “como sea” se estaba jugando con el diablo; por eso, el cálculo político es lo menos calculable, porque en política se trata con personas, no con cosas. Seguramente, desde la visión de gobierno, este conflicto no es más que otra de esas “tensiones creativas” que le gusta reiterar al vicepresidente, ¿cuál fase será ésta en su lectura matematizante del proceso?

Si no hay autocrítica, entonces se reafirma la posición jacobina: la revolución se hace al margen del pueblo: Robespierre condena a Dantón. Y el nuevo Saint Just que goza de más poder (pese a que su presencia influyó mucho en el fracaso de todos los “diálogos”; entre mudos –los indios– y sordos –los ministros–, porque ante la orden del sí o sí, no había razones en contra que valgan; cómplice anterior del recorte de los escaños indígenas en la nueva Asamblea plurinacional), completa el cuadro. ¿Qué decía Saint Just?: “ne pas de liberté pour les enemies de la liberté” (nada de libertad para los enemigos de la libertad). ¿Qué dijo hoy el ministro de la Presidencia?: “no hay más razón para marchas, el que lo haga, es que tiene afanes políticos”. No hace falta leer entre líneas lo que es una amenaza, secundada por el ministro de Gobierno (que sacrifica a su viceministro para quedar impune). Si los indios vuelven a la marcha, la amenaza ya ha sido clara. El cuco de la conspiración genera la reclusión en un gobierno que se vacía, paulatinamente, de opciones, y sólo opta por los llunq’us (los que trepan rápido, quienes se humillan antes para humillar después). En tales condiciones no hay mucho para escoger porque, además, quienes deciden no lo hacen ya por ética sino por puro cálculo político; los honestos son excluidos o arrinconados, viendo cómo el instrumento político reedita todo aquello que se criticaba.

Se esperaba, después de reprimir la marcha indígena, una vez más, un reencauce; lo que produjese una necesaria –y esperada– recomposición ministerial; pero si el presidente ya ha dejado de tomar la iniciativa, entonces se entiende que los ministros de la Presidencia y de Gobierno, enfrenten el conflicto desde una absoluta irresponsabilidad. A los “señores” no se les puede objetar nada. Por eso el conflicto no mengua sino se lo atiza más.

Después de dejar Cuba (para continuar la revolución en otros lados), el Che estaba escribiendo una crítica al Manual de Economía Política de la URSS; en el prólogo mencionaba que la crítica de Marx, no sólo que no fue comprendida sino que, en ese manual, se consagraban las aberraciones que condujeron al burocratismo y a la dictadura estalinista; que el sindicado de haber tergiversado el marxismo original era alguien por el cual sentía una profunda admiración, pero ello no impedía señalarle como responsable de la decadencia posterior: Vladimir Lenin. Cuando Marx decía a Engels que no vaya a pasarles a ellos lo mismo que a Hegel, indirectamente se refería a él; pues los primeros difamadores de las ideas revolucionarias son sus propios apologistas (los Judas salen siempre de entre los escogidos). Engels no comprendió a Marx y sus metidas de mano en “El Capital” son, en realidad, metidas de pata. Lenin ya es la culminación de una visión “científica positivista” del socialismo (lo mismo que Trotsky). Los marxistas rusos persiguieron a los llamados “populistas”, a quienes, curiosamente, apoyaba Marx. Hasta el maestro estaba equivocado. La “infalibilidad” jacobina no perdona nada.

Ahora los “infalibles” no perdonan disidencia alguna, les llaman “resentidos”, con ellos no habrá perdón. Por eso no queda otra; vaciada la legitimidad inicial, necesitan producir una nueva. Barrientos, siendo vicepresidente, le hace el golpe a Víctor Paz y, ¿cómo se legitima?, produciendo un nuevo pacto: el militar-campesino. Este pacto “señorial” es posible porque el campesino cooptado reniega de su condición india y se propone, como proyecto de vida, ser como el “señor”, es decir, se moderniza. Proyecto que abrazan ahora ciertos colonizadores y cocaleros, sobre todo. Por eso el MAS se recluye al Chapare. Todos ellos aspiran al famoso “desarrollo” moderno, por eso quieren la carretera, para expandir fronteras agrícolas y mercados para, en definitiva, generar más ganancias. Un nuevo pacto es posible y la sombra de Barrientos también anida en la Llajta, Cochabamba. La historia no tiene casualidades. El 18 brumario es una posibilidad que saborean los “iluminados”; por eso hasta le tienden la inocente trampa al canciller para justificar la agresión posterior (y él se presta a aquello).

Si el presidente no tiene ya iniciativa, otros la tienen. Se reproduce el síndrome Kennedy, lo que aquí sería el episodio de Siles Suazo: el propio sistema político se recompone al interior del gobierno. El “Estado señorial” cambia de forma pero no cambia en el fondo: cambia para no cambiar nada. Si ya no hay legitimidad y el propio presidente no da muestras de una recomposición urgente, entonces hay que inventarse legitimidad. El golpe ya no viene de afuera sino de adentro; así queda beatificada la misma oposición. El 18 brumario es un auto-golpe que se impone el cesarismo para preservar el orden y el sistema.

Reducir el conflicto a lo técnico es lo que no permite advertir todo lo que está en juego. Lo que destapa el TIPNIS es el proyecto tecnócrata que ha triunfado en el gobierno y ha rodeado el discurso de los derechos de la Madre tierra, haciendo imposible su realización como política de Estado. El gasolinazo fue una decisión tecnócrata que articula a los ministerios de Planificación, Economía y Hacienda, como lugar de recomposición de la estructura neoliberal. Que el vicepresidente dicte ese decreto, no es casual; como tampoco es casual que se rumoree un nuevo gasolinazo. El gobierno requiere de más ingresos, por seguir una política que le hace prisionero del capital externo (mantener la balanza fiscal también tiene que ver con equilibrar la deuda que se adquiere). La carretera por el TIPNIS es un acceso de capitales (no siempre nacionales) a la conexión bi-oceánica; la integración no es entre pueblos sino entre capitales. Pero el ingreso al corazón del TIPNIS tiene que ver con la exploración de lo que se supone hay allí. Es cierto que los cocaleros no tienen tanto poder para lograr el empecinamiento del propio presidente. Las razones hay que buscarlas en otro lado. En definitiva se trata de proyectos de vida. No dudamos que el gobierno tiene las mejores intenciones para su país; pero de buenas intenciones está lleno el camino al infierno. El petróleo, gas y otras riquezas que se hallan en el TIPNIS, supone una gran tentación; algo que la lógica instrumental ve sólo como utilidades. El asunto es: ¿cuál es el verdadero costo de esas utilidades, a la larga? Eso es algo que la racionalidad instrumental no sabe ni puede calcular; por eso suena, hasta risible, el que algún viceministro estime que el daño al TIPNIS será sólo del 0.3% (hasta por lo del efecto mariposa, la ciencia actual ya se cuida de hacer previsiones exactas).

El proyecto moderno abraza el “progreso” como una cuestión de fe. Se lanza a él sin importar los costos ni las consecuencias; en su adelante sólo existe la infinitud de un “progreso” que promete el cielo en la tierra. Es una tentación fáustica. Por eso hace del “progreso” su nuevo fetiche y le ofrece, a cambio del futuro prometido (que nunca llega), todos los sacrificios que le exige. Si el TIPNIS tiene riquezas entonces hay que conquistarlo; si los indios no lo hacen es porque son atrasados y salvajes, hay que enseñarles a ser civilizados, es decir, a aprovecharse de las riquezas, a explotarlas, para ser ricos. Pero, más allá de una visión moderna, el TIPNIS es algo más. Para ello precisamos desvelar nuestros ojos y trascender el reino de las apariencias.

Sólo habita lo espiritual en una relación armónica entre ser humano y naturaleza. Si toda la naturaleza es conquistada (violentada) entonces lo espiritual no tiene lugar. Así como el amanecer necesita de la oscuridad para nacer, así también necesitamos de lo desconocido para conocer; hay que preservar el misterio, la pachaMama es sujeto, es persona, necesita preservar su intimidad, como ser femenino que es. Lo otro es pura violación. No en vano Francis Bacon, describe así el método de la ciencia moderna: “debemos extraerle sus secretos a la naturaleza, así como el verdugo le saca la verdad a la víctima”. La Madre tiene lugares donde se recompone, adonde se retrae. Esos lugares se llaman sagrados y contienen el núcleo de espiritualidad desde donde el ser humano se recompone espiritualmente. Si desaparece eso, lo que desaparece, en última instancia, es el ser humano. Son lugares de energía ancestral, milenaria, que están allí, no para saquearlos sino para honrarlos. La medicina qulla conoce los efectos benéficos de un sinnúmero de plantas que se originan en lugares como el TIPNIS; hasta se dice que hay plantas medicinales aun no descubiertas y hasta alimentos nuevos (cosa que la tecnología moderna no puede hacer, sólo sabe alterar los alimentos, para generar ganancias, produciendo muerte). El TIPNIS es un lugar rico, no por lo que piensa la mentalidad moderna, sino por la vida que contiene.

Los guaraníes, cuando sienten que han empezado a producir relaciones de dominación, abandonan lo que han construido y se lanzan a un nuevo éxodo, en busca de “la tierra sin mal”; el concepto de “tierra sin mal” quiere decir: tierra no mellada por el hombre. Es decir, necesitan saber que hay una tierra virgen para saber que hay un mundo mejor. ¿Qué pasa si ya no hay más tierra virgen, que todo ya ha sido colonizado? Es el fin de la cultura (mito que comparten casi todas las culturas y naciones de Tierras Bajas y hasta de todo el continente; ¿será por eso que abandonan su civilización los tiwanakotas y los mayas?). Si se mata al TIPNIS, se mata también la cultura, es decir, la humanidad. El TIPNIS es sagrado porque la espiritualidad indígena encuentra allí uno de los núcleos de su emanación.

Pero a los jacobinos no les importa aquello; como no creen ni en su madre, menos van a creen en la pachaMama y menos que el Gran Espíritu habite en su interior. Sólo creen lo que ven y lo que ven son cifras: economía de los negocios, de la rentabilidad, de las ganancias. La vida les es algo demasiado abstracto para tomarlo siquiera en cuenta. Pero no se levanta impunemente lo sagrado. A los neoliberales no se les podía reclamar la defensa de la Madre, porque nunca se comprometieron con ella; pero el actual gobierno no sólo hace bandera de la pachaMama sino que se declara, frente al mundo, defensor de sus derechos. Entonces, dónde radica la aporía.

Volvemos a la “paradoja señorial”. El cacique Seattle decía que, para comprender al hombre blanco había que entrar en sus sueños y ver de qué están hechos. Los sueños del “señor” son lo que le impide una real liberación; si el siervo adopta esos sueños como suyos, entonces aprende a dominar, porque quiere ser también “señor”. No es una cuestión teórica sino existencial: pensar un nuevo proyecto no es tasar sus magnitudes o describir sus etapas; pensar un nuevo proyecto es producir al sujeto de ese proyecto, es decir, transformarse en sujeto. Pero no me hago sujeto haciendo objeto al otro. Sólo se es sujeto en relación a otro sujeto. Y si todo tiene alma, todo tiene vida. Por eso este nuestro momento es revolucionario, porque en el grito del sujeto están presentes los gritos de la pachaMama y de los achachilas, de las huacas y de los ajayus. Del Gran Espíritu, del Wirakocha. Por eso el “cambio” no podía adjetivarse con lo viejo sino que su propio lenguaje debe ser un lenguaje nuevo: sólo un nacido de nuevo puede proponer un lenguaje nuevo. Lo viejo es ahora lo moderno, lo que hay que dejar atrás y proponernos un nuevo mundo; no desde la nada sino desde lo nuestro. Por eso el pueblo no podía dormirse en sus laureles. Ahora que despierta, debe de reconocer que la vanguardia no está en los intelectuales, la vanguardia está en las naciones originarias, en lo indio que todos llevamos dentro, pero de manera negada y despreciada. Necesitamos preservar el TIPNIS, ya no sólo por razones ecologistas sino espirituales. Así como hay que preservar las apachetas, así hay que preservar el TIPNIS.

Cuando se dice que el enemigo está adentro, se dice que todavía no somos sujeto; porque seguimos escindidos, separados de lo más propio, desequilibrados, por eso hay conflicto al interior de uno mismo. Las contradicciones en el gobierno son también contradicciones en el propio pueblo; mientras nos proponemos un nuevo proyecto de vida, seguimos volteando la mirada para acabar como estatuas de sal. Quienes pretenden dirigir el proceso son los que se voltean y van sólo a lo conocido; se vuelven conservadores. El gobierno quiere, otra vez, salir de un nuevo fracaso del modo más inmaculado; el único cálculo que hacen, es que tienen que ganar, a como dé lugar. No están dispuestos a abandonar sus posiciones; por el contrario, ahora nos dicen, que son las condiciones y el propio pueblo, los que tienen que madurar, para estar a la altura de ellos. Por eso el 18 brumario es una carta que acarician. Ya hay tres renuncias; si fuera cierto de que el canciller se hace a un lado, ¿con quién se queda el presidente? ¿O es que el canciller ya estaba desplazado por el mismo Evo?
Rafael Bautista es autor de “HACIA UNA FUNDAMENTACIÓN DEL PENSAMIENTO CRÍTICO”. Rincón ediciones.

tomado de: http://www.argenpress.info/2011/09/bolivia-el-18-brumario-del-kananchiri.html